La decoración es kisch, el hotel está lleno de baules, muebles, vírgenes y ángeles barrocos mezclados con esculturas y cuadros cubistas e intensos tonos dorados. Es como meterse en una iglesia barroca por donde han pasado Dalí, Picasso, Barceló y Boris Izaguirre. No es perfecto, es raro. No está asépticamente limpio, pero está limpio. La comida no es maravillosa, pero está bastante bien. En líneas generales muy bien. Buen ambiente, servicio simpático, buffet variado las habitas estaban deliciosas. Bien comunicado, a 2 minutos caminando de la estación de tren y a 4 minutos de la playa. Se le pueden poner pero, como a todo en la vida, pero mi hija pequeña, de 8 años, quiere volver a ir una semana entera por su cumpleaños.
Stay in the hotel: May 2011